miércoles, 27 de febrero de 2008

Mentiras que valen la pena

Tenemos memoria, tenemos amigos,
tenemos los trenes, la risa, los bares,
tenemos la duda y la fe, sumo y sigo,
tenemos moteles, garitos, alteres.

Tenemos urgencias, amores que matan,
tenemos silencio, tabaco, razones,
tenemos Venecia, tenemos Manhattan,
tenemos cenizas de revoluciones.

Tenemos zapatos, orgullo, presente,
tenemos costumbres, pudores, jadeos,
tenemos la boca, tenemos los dientes,
saliva, cinismo, locura, deseo.

Tenemos el sexo y el rock y la droga,
los pies en el barrio, y el grito en el cielo,
tenemos Quintero, León y Quiroga,
y un bisnes pendiente con Pedro Botero.

Más de cien palabras, más de cien motivos
para no cortarse de un tajo las venas,
más de cien pupilas donde vernos vivos,
más de cien mentiras que valen la pena.

Tenemos un as escondido en la manga,
tenemos nostalgia, piedad, insolencia,
monjas de Fellini, curas de Berlanga,
veneno, resaca, perfume, violencia.

Tenemos un techo con libros y besos,
tenemos el morbo, los celos, la sangre,
tenemos la niebla metida en los huesos,
tenemos el lujo de no tener hambre.

Tenemos talones de Aquiles sin fondos,
ropa de domingo, ninguna bandera,
nubes de verano, guerras de Macondo,
setas en noviembre, fiebre de primavera.

Glorietas, revistas, zaguanes, pistolas,
que importa, lo siento, hastasiempre, te quiero,
hinchas del atleti, gángsters de Coppola,
verónica y cuarto de Curro Romero.

Tenemos el mal de la melancolía,
la sed y la rabia, el ruido y las nueces,
tenemos el agua y, dos veces al día,
el santo milagro del pan y los peces.

Tenemos lolitas, tenemos donjuanes;
Lennon y McCartney, Gardel y LePera;
tenemos horóscopos, Biblias, Coranes,
ramblas en la luna, vírgenes de cera.

Tenemos naufragios soñados en playas
de islotes son nombre ni ley ni rutina,
tenemos heridas, tenemos medallas,
laureles de gloria, coronas de espinas.

Tenemos caprichos, muñecas hinchables,
ángeles caídos, barquitos de vela,
pobre exquisitos, ricos miserables,
ratoncitos Pérez, dolores de muelas.

Tenemos proyectos que se marchitaron,
crímenes perfectos que no cometimos,
retratos de novias que nos olvidaron,
y un alma en oferta que nunca vendimos.

Tenemos poetas, colgados, canallas,
Quijotes y Sanchos, Babel y Sodoma,
abuelos que siempre ganaban batallas,
caminos que nunca llevaban a Roma.

lunes, 25 de febrero de 2008

El tiempo no es una línea, ni siquiera un círculo, y mucho menos unas manecillas de reloj. El tiempo no hace tic tac. El tiempo se transforma, hace espirales, vuelve atrás, se mete en sí mismo, sale y se lanza al espacio, el tiempo se distorsiona y los días nunca se repiten, nunca duran lo mismo.

Mañana tal vez sea martes, las malas lenguas dirán que pasado llegará el miércoles –esos miércoles intermedios que parecen no pertenecer a ningún sitio-, y quién sabe si después vendrá el jueves, y el fin de semana parecerá sólo eso, un fin de semana.

Si una no quiere ser eterna –a menos que se sea eterna en el instante- y hoy es siempre todavía, que sea viernes para todos, que el tiempo tenga nudos, tropezones, que se haga madeja y no se deje peinar, que cambie de color y permita pintar encima, que se destiña, que manche, que pinche, acaricie, que rasque, que te agujeree la piel, que recomponga los fragmentos, que conozcas siempre la pregunta, que no te atraviesen los segundos, que nunca sepas ni cómo ni cuándo, ni ciento volando, ni ayer ni mañana.

Laura Febré Diciena

martes, 5 de febrero de 2008

- Es que a mí me gustan los inconvenientes.
- A nosotros no -dijo el interventor-. Preferimos hacer las cosas con comodidad.
- Pues yo no quiero comodidad. Quiero poesía, peligro real, bondad, libertad, amor, pecado...
- En suma -dijo Mustafá Mond-, reclama usted el derecho a ser desgraciado.
- Muy bien, de acuerdo. Reclamo el derecho a ser desgraciado.

Un mundo feliz, Aldous Huxley