sábado, 1 de diciembre de 2007

Trapecios

Un día, me hablarás de magos y trapecistas sobre un escenario demasiado viejo. Será un cuento de trucos tardíos.
Es fácil hacerme desaparecer, me dirás. Pero hace tiempo que no está permitido desaparecer. Hace tiempo que el olvido se devorará a si mismo, porque el truco está en saber devorarse a tiempo, dirás. El truco para qué, te preguntaré. Para que parezca que dominamos la realidad.
Yo me quedaré callada, y lentamente algo comenzará a hacerme cosquillas en los dedos.
Pero aquellos que creen dominar la realidad no conocen los juegos malabares, ni saben el secreto que esconden las chisteras más allá del abracadabra.
Porque escribir es como ser mago, solamente hay que crear las palabras adecuadas, después, el espectáculo seguirá, sólo si tienes las palabras mágicas correctas. Sólo si las capas y los sombreros de copa no se caen en ese instante hacia la arena, con el olor a salitre y lluvía preguntándonos cuál es ahora el truco. El truco para qué, preguntarás. El truco para que parezca que dominamos la irrealidad. Para que todas las canciones tengan sentido. Para que las palabras no se queden vacias. Para que inventemos la manera de llevar un vuelo bien disimulado. Para engañar al tiempo y a la distancia. Para burlar las leyes físicas y los asteroides con nombre de número. Para no olvidar que todo es ilusión, pero los ilusionistas saben que la magia está en los ojos del que mira.


Laura Febré Diciena